Decidi x la mańana acercarme a la catedral st. John the divine la cuarta catedral cristiana más grande del mundo, que me kedaba unas calles más allá, al final de central park. Es impresionante esta formada x 8 capillas laterales, 7 dedicadas a los distintos grupos étnicos q llegaron a la isla de ellis, y la octava dedicada a bomberos q murieron en 1966 y los q murieron cuando el 11S.
Coincidió mi visita con una celebración religiosa y como el tiempo estaba desapacible decidí kedarme y verla.
Cuando salí de la catedral llovía si dios tenía agua así q tuve q pasar x casa a quitarme la ropa mojada el paraguas no sirvió de mucho aki nunca llueve de frente llueve torcido x el viento ahora entiendo xq las neoyorkinas van con paraguas transparentes en forma de seta q les llegan a la cintura.
Mientras secaba la ropa y comía quede con mis colegas de Gijon, cuando nos encontramos fuimos al MOMA era domingo y cerraban a las 5 y 30 así q después de sacar la entrada vimos q nos kedaba una hora y media, tuvimos q espabilar.
Cuando salimos de allí con la niebla no alcanzabamos a ver el final de los rascacielos, pero lo q más me llamo la atención es q aún haciendo frío y lloviendo como hacía la gente iba en sandalias, en chanclas, en tirantes y nosotros abrigados a tope.
La tarde transcurrió visitando la famosa tienda de juguetes donde tom hans bailaba sobre un piano gigante y después visita a la estación de autobúses y trenes q es espectacular.
Un paseo x times square y una cena rápida y vuelta a casa.
Algún despiste q otro en el metro pero nada q no se pueda solucionar, salí del metro q me deja tres calles más abajo y en la tranquilidad de la noche venía pensando q cada momento q pasa estoy más entusiasmada con Nueva York y convencida q el venir fue una de las mejores decisiones q tome desde hace mucho tiempo, descubri mi independencia, el no necesitar a nadie q me de el último empujón para hacer las cosas y q todo lo q depende de una misma se puede conseguir sólo es proponerselo, sólo hay q dejar los miedos atrás y si no se puede convertir esos miedos en valor, xq como dijo Roosevelt los hombres no son prisioneros de su destino, sino prisioneros de su propia mente.
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