lunes, 14 de octubre de 2019

Domingo de maratón en Bucarest

El domingo para variar amaneció con un día espectacular de sol, no había nada previsto salvo descansar y pasear, así que, no madrugamos.
Salimos a pasear y para nuestra sorpresa resultó que en domingo la mayoría de las tiendas no cierran, entramos en algunas y vimos que las marcas europeas, aquí son caras, me refiero a la ropa de stradivarius, Zara, Bershka y ya para que hablar de tiendas de deporte de marca, y es porque a pesar de que la moneda es diferente mantienen los mismos precios que en España, y esto para los rumanos supone bastante pasta.
Después de hacer alguna que otra compra, fuimos a pasear al bulevar Unirii, una calle de 3,8kms más o menos, con varios carriles de ida y de vuelta, con fuentes en todo su recorrido que desemboca frente al parlamento, por supuesto, una megacalle de la época comunista. El caso es que nos encontramos con calles de acceso a ella cortadas al tráfico y música a tope, resultó que era el maratón de Bucarest.





Después del paseo y ver el maratón nos fuimos a comer para más tarde descansar un poco en el hotel, porque el viaje a los castillos de Transilvania nos había hecho madrugar bastante el día anterior.
Tocó ir a cenar a una antigua posada, de hecho, mantiene su forma original, entras a un patio enorme lleno de mesas y alrededor del patio están la cocina, y distintos comedores, además tiene una primera planta con más comedores. Hay que tener en cuenta que ponen mucha comida y para comer tiene un menú de degustación de comida típica rumana pero son un montón de platos. 

A propósito de la comida en general, diré, que nunca conseguimos llegar al postre porque los platos son muy contundentes y grandes, yo en mi caso, tengo suerte porque hay pollo en todas sus variantes y si no a comer verduras, pero ni Miguel ni yo somos capaces de comer un postre a no ser que pillemos algo rápido en la calle.

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